Varios personajes insisten en observar las elecciones que acaban ocurrir en el Estado de México y Coahuila como un laboratorio o un presagio sobre lo que pasaré en la elección federal de 2024. Por lo que en esta semana han estado corriendo datos, interpretaciones y opiniones que van en múltiples direcciones. Están las que abogan por una contienda cerrada si se cumplen tales condiciones o las que afirman que el partido en el poder conservará la Presidencia porque el desempeño de la alianza opositora no es competitivo.
¿Cuál es entonces la lectura de mayor fiabilidad? Yo me iría por el análisis que deconstruye el resultado en componentes que explican un comportamiento o una tendencia que pueda replicarse. Por ejemplo, pocos mencionan el trabajo que realizaron las estructuras a nivel de cancha, de manera conjunta (mejor dicho, colaborativa) que movilizaron multitudes de militantes y simpatizantes bajo una misma insignia. Lo sé y soy testigo de ello, al haber observado de primera mano el trabajo de organización que lograron amistades operando para la alianza.
Claro, ese hecho no alcanzó para triunfar, pero donde esto ocurrió: el poniente del Estado de México, Valle de Toluca, el corredor azul y la frontera con Ciudad de México, sí incidió en un resultado favorable para la alianza. Esa inercia fortalecida el próximo año puede lograr todavía más.

Otro elemento, el maldito abstencionismo. Ni unos ni otros consiguieron movilizar a más de la mitad de los electores mexiquenses (49.88%). Aquí es donde el análisis se bifurca para la realidad de cada candidatura. Por un lado el oficialismo y sus estructuras dominaron el oriente de la entidad, sí, pero no en razón de apabullar en número de votos a su contrincante. Por su parte, la alianza no cuajó en esos territorios donde era fundamental minar el alcance de las estructuras por la vía de una participación ganada con simpatía o credibilidad.
Es también una variable por despejar el que una mayor participación derrote al oficialismo. Los números que dejó Coahuila, con una participación del 56%, hacen intuir esa tendencia. Quizá una mayor participación habría impulsado, quizá alcanzado y en algún escenario habría revertido la ventaja de Delfina Gómez.
Ahora bien, lo ocurrido en Coahuila también tiene matices que conviene desagregar. La elevada participación que tuvo la entidad indudablemente fue el combustible de la candidatura de Manolo Jiménez, pero es sólo eso, combustible. Porque en el estado del norte la fórmula que parece explicar la victoria proviene de una operación política del gobernador saliente respaldando la campaña de su partido, de una buena elección de candidato que viene impulsado por su desempeño como munícipe de Saltillo, por la pésima elección del candidato guinda con el rupestre Armando Guadiana, por la división ocurrida entre los partidos rémora de MORENA, quienes ya muy tarde fueron advertidos o cooptados de declinar su estructura en favor de Guadiana, por el decidido trabajo de la operación en tierra con el mismo compromiso que el realizado en el Estado de México y quizá hasta por el fenómeno de la luna de fresa.

Lo valioso aquí es extraer que sí funcionó y qué no, implementarlo o partir de ello para diseñar las estrategias en uno y otro bando. Porque si bien la alianza Va x México compite contracorriente, parece que las variables que están bajo su control son las mismas que pueden acercarlas a la victoria. Mientras que del otro lado, MORENA y compañía bailan al ritmo de lo que su pactos, alianzas y candidatos representan en el comportamiento del electorado.
Ya por último, en esta elección y cualquier otra de nuestra vida demorática (si en verdad la valoramos), la participación ciudadana es la única vía para reventar pactos, campañas anticipadas y bombardeos mediáticos. Al tiempo.
Post scriptum: algo innombrable ocurre en el Estado de México por los casos de crueldad hacia los animales que se han estado viralizando. Estos hechos superan cualquier límite de tolerancia y de condolencia a los salvajes que los cometen. Estos comportamientos nos hablan de una sociedad enferma, tan embebida en la violencia que sus muestras de sociopatía y sadismo irán empeorando.
Recuperen su humanidad y cultívenla mostrando justamente eso, humanidad con las especies, con el planeta y con cualquier elemento con vida. La amenaza de la extinción la enfrentamos nosotros y llevamos la de perder.
Rodrigo Mariaud
Twitter: @RodrigoMariaud
Maestro politólogo egresado de la Universidad Iberoamericana, chilango de origen y jefe de la Unidad de Socialización y Calidad de Vida – Coordinación General de Gestión Integral de la Ciudad – Gobierno de Guadalajara
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