Acapulco sigue sin resolverse. Y, mientras tanto el Gobierno Federal juega a hacer magia. Hoy nos toca… hablar de la desaparición de los desaparecidos.
Me gustaría decir que el título de esta semana es una broma de mal gusto, pero no lo es. Como si fuera un mago barato de los que cobran antes del show para que no reclames cuando adivinas el truco porque está rota la chistera, el presidente pretende engañar al intelecto de los mexicanos.
Ahora resulta que los datos de las desapariciones no son ciertos. Pero si son los datos oficiales que el mismo gobierno reportó. Sí, pero lo que pasa es que la que se equivocó fue la comisionada, quien por cierto ya renunció porque las condiciones no le permitían seguir en su encargo.
Ya sabemos que las condiciones eran utilizar una metodología distinta que permita “disimular” el problema. Sí hay desaparecidos, pero no son tantos, dice el gobierno. La justificación suena muy parecida al “error involuntario” de incluir a 47 municipios en zona de emergencia por el huracán Otis cuando nada más fueron 2. Hay de errores a errores. Y estos suenan a engaño.
¿Cómo puede ser que haya más desaparecidos que en administraciones anteriores reclama el presidente? Lo que sucede, dice otra vez el gobierno, es que luego aparecen y no los borran de la lista.
Habría que preguntarles a las miles de familias, que ante la incapacidad de las autoridades han tenido que salir por sí mismas a buscar a sus desaparecidos.
Las cifras siempre han sido manipuladas. Sin embargo, en este caso no se trata de números sino de personas. Hijas, esposos, novias, amigos, vecinas que de un día a otro dejaron de estar. Y, el Gobierno quiere hacernos creer que ya no están porque resulta que sí estaban.
Desaparecer a los desaparecidos es tan absurdo como calentar el agua caliente. No nos engañan. El sufrimiento permanente de las familias está ahí, aunque las autoridades pretendan ignorarlo.
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