por Jesús Francisco Ramírez Bañuelos
Twitter: @ramirezbanuelos
Hoy nos toca… hablar de los demonios de Dante.
No, no me refiero a la obra maestra de Durante Alighieri, sino a la realidad mexicana. En este caso a la del líder emecista.
Los tiempos siempre llegan y esta semana ha tocado la puerta de Dante Delgado la imperiosa necesidad de tomar posición.
Ya pasó el tiempo en el que Movimiento Ciudadano “nadaba de muertito” esperando lo que hicieran o dejaran de hacer el resto de los partidos políticos.
Es cierto que los emecistas gobiernan dos de los Estados de la República más importantes: Jalisco y Nuevo León. Pero, eso no le alcanza para colocarse como la tercera ni mucho menos la segunda fuerza política en el país, a la que aspira su líder.
Este fin de semana; además, se destaparon las viejas rencillas al interior del partido cuando Enrique Alfaro se aparta de la dirigencia nacional, según él porque sus correligionarios han perdido el rumbo.
Por su parte, Dante no cierra la puerta en unirse a la alianza, pero pone sus condiciones; algunas aparentemente irreconciliables. De entrada se niega a formar parte de un grupo en el que se encuentre el PRI.
Y sobre Xóchitl Gálvez, el líder emecista cantiflea, sí pero no así, tal vez, pero luego vemos.
Lo cierto es que Dante Delgado está ante una disyuntiva que definirá su futuro político y con él, el de su partido. Ir solo parece condenar sus oportunidades a mantenerse relegado a ser un partido regional.
Ir en alianza significa, en la visión emecista, su dilusión con la vieja política y el desistimiento de ser “la tercera vía” del país.
Ir con Morena, ya no es opción; puesto que los naranjas se han dado cuenta que los oficialistas no están dispuestos a ceder más.
En resumen, Dante se enfrenta a sus propios demonios. Y uno de ellos, tal vez el más insidioso le susurra al oído que él mismo se lance como candidato presidencial. La tentación para el líder emecista es mucha, veremos si gana la prudencia o la simple realidad.
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