por Jesús Francisco Ramírez Bañuelos
Twitter: @ramirezbanuelos
Hoy nos toca… hablar de los ecos de Marcelo.
Pasan los días y con ellos las semanas y Marcelo posterga, posterga y posterga. Ahora, anuncia por tercera vez que si no se anula el proceso interno de Morena se irá del partido y hasta anticipa la creación de un nuevo frente político.
Pero ¿qué significa esto para el 24? En realidad, poco y nada. Poco, porque de tanto aviso y ninguna acción, Ebrard empieza a perder credibilidad. Es evidente que está evitando a como dé lugar cualquier confrontación con López Obrador. No lo hizo antes y no lo hará esta vez. En su lugar, elige nuevos enemigos en las personas de Claudia Sheinbaum y Mario Delgado.
Nada porque la estrategia no se comprende. ¿Por qué alejarse del grupo que le dio cabida después de todo el esfuerzo? y sobre todo ¿con qué finalidad? En el intento se esfuman sus posibilidades. No parece que el Frente Amplio esté dispuesto a darle un lugar relevante en su plataforma. Tampoco Dante ha expresado su deseo de que sea Ebrard el candidato de su movimiento.
¿Entonces? Tal parece que Marcelo jugará una carta menor en esta elección y se perfilará en una candidatura a largo plazo ¿al 30? Parece muy lejano y tendrá que construir un andamiaje al estilo obradorista. El problema es que tendría que enfrentar a sus antiguos copartidarios.
¿O estamos ante una estratagema que sólo los iniciados conocen y habrá de ser una nueva puerta al futuro mexicano? No lo creo, pero tal vez me equivoque.
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