Por Jesús Francisco Ramírez Bañuelos
@ramirezbanuelos
Hoy nos toca… hablar del factor X.
¿Ya supiste? Se va el pajarito, en su lugar llega una equis. El cambio pasaría desapercibido en nuestro país (salvo entre los parroquianos del Twitter) sino es porque la casualidad ha querido que se vincule con la política nacional.
Siguiendo con la ola populista, Xóchitl Gálvez (con su X inicial) se ha subido al barco. Hay detractores, siempre los habrá, y muchos también que la apoyan. Lo novedoso del asunto es que una equis se está posicionando en el lugar del alfa.
Las burlas desde palacio, al intentar descalificarla llamándola “señora X”, la han dado impulsado en su búsqueda de ser la coordinadora de la oposición.
Pero hay más, de ser una señora equis ahora se le ha equiparado con uno de los símbolos más incomprendidos de la joven democracia mexicana; me refiero al candidato presidencial Luis Donaldo, trágicamente muerto en el ’94. No queda muy claro si el símil ha sido producto de las circunstancias o de un afán protagónico de los defensores ¿o acaso de los defendidos? Sin embargo, hoy se está difundiendo una historia probable, mas no prediseñada de un posible atentado.
Probable sí, como lastimosamente es para todos los mexicanos. 88 personas mueren en nuestro país diariamente. En una nación de 130 millones de habitantes, eso significa que todos los días hay un 0.00006769% de probabilidad que sea asesinada Xóchitl, o tú o yo.
En otras palabras, decir que Xóchitl corre peligro no es descabellado, lamentablemente. Lo descabellado es ponerla en el plano de un nuevo magnicidio. ¿Y por qué empieza a correrse este rumor? Por dos premisas que desembocan en la misma salida: ¿o es una amenaza? ¿o simplemente una señora equis? Y si es lo segundo, como lo han catalogado desde el poder; entonces no debería ser una amenaza. Pero por ello mismo corre peligro. Esto es, al ser nadie y competir con tanto ímpetu y aparente arrastre popular contra quienes sí lo son, imagínate que pasará cuando se posicione un don (o doña) “alguien” un(a) alfa cualquiera. Entonces veremos temblar a los que se sentían seguros.
A menos que los que están seguros sean un don (o doña) “nadie”, un(a) equis cualquiera que se sienta amenazado(a) o acomplejado(a) por una persona a su par. Pronto lo sabremos…
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