por Jesús Francisco Ramírez Bañuelos
Twitter: @ramirezbanuelos
La vigencia de la democracia en México ha sido motivo de debates durante los últimos meses. Hoy nos toca…hablar del INE.
Nuestro país ha recorrido un largo camino, al menos en los pasados ciento doce años para llegar al momento de vida democrática que tenemos. Hoy se debate si estamos empezando a ver una reconfiguración de nuestro modelo democrático ¿o acaso su fin?
Hay estudios internacionales que sitúan a México como un país híbrido. Es decir, que no es completamente democrático, pero tampoco completamente totalitario. Aunque estos trabajos han sido descalificados por la administración pública federal, lo cierto es que una serie de decisiones y proyectos de reforma hacen por lo menos lógica la pregunta sobre si esto está ocurriendo.
Discursos y acciones gubernamentales, tales como reducir el presupuesto del INE o criticar abiertamente su aparente simpatía con ciertos partidos o líderes políticos muestran que hay una postura desde el poder para crear una percepción en la población para desprestigiarlo. No deja de llamar la atención que precisamente sea el INE una de las instituciones con mayor credibilidad entre la ciudadanía. Reflexionemos sobre el por qué.
¿Qué significa el INE?
Evidentemente no me refiero aquí al significado del acrónimo que denomina al Instituto, sino a su valor en nuestro país.
Primero, el INE significa esencialmente democracia ciudadana. La participación de todas y todos nosotros es la vida del Instituto. Esta participación se muestra en la integración de las Juntas Locales, así como en los procesos de credencialización y actualización de datos de los ciudadanos. Y, por supuesto, en la jornada electoral. Esta última simple y sencillamente no sería posible sin la participación ciudana.
Como bien se dice, los ciudadanos somos quienes hacemos las elecciones. Sí, coordinados por el INE, pero somos los ciudadanos quienes fungimos como funcionarios de casilla y contamos los votos.
Segundo, el INE no solo tiene como finalidad preparar las elecciones sino también la de educar a la ciudadanía en materia electoral. Es el INE el organismo que difunde, promueve y concientiza a la población sobre la relevancia de la democracia para que tengamos una sociedad mejor.
Tercero, el INE es un producto histórico ciudadano. Unas más que otras, pero cualquier persona mayor de edad en nuestro país ha podido observar cómo en las últimas décadas, el Instituto se ha fortalecido como un garante de la transparencia electoral. Hoy nos sentimos seguros de que nuestro voto cuenta y los procesos legales existentes permiten disipar cualquier duda sobre la veracidad del conteo.

¿Y entonces por qué se quiere reconfigurar el sistema?
Fundamentalmente con dos propósitos.
Uno, para mostrar que el nuevo Instituto que ahora se llamaría INEC (Instituto Nacional de Elecciones y Consultas) pueda ser la herramienta que se adecúe a la concepción gubernamental de democracia directa. Esto ocurriría primeramente con una disminución de funcionarios, de los 11 Consejeros actuales bajaría a 7. Además de que los ciudadanos elijamos a los Consejeros integrantes del Instituto, a partir de los candidatos propuestos por cada uno de los Poderes (Ejecutivo, Legislativo y Judicial, todos de la Federación).
Dos, para eliminar los actuales Institutos y Tribunales Electorales estatales y concentrar todas las funciones en el Instituto y Tribunal Federal, respectivamente. Planteamiento que debilita el Federalismo y augura un proceso de control político inminente.
La propuesta que se discute será por mucho una de las que más polarice la opinión de los políticos y ciudadanos. México vive momentos difíciles y no parece oportuno que se modifique un modelo que ha dado resultados e incluso ha sido referente a nivel mundial.
El argumento de la austeridad no tiene el peso suficiente para justificar las medidas que se proponen. Como todo sistema, el electoral mexicano es perfectible. Sin embargo, en mi opinión una reconfiguración como la planteada no ayudará a su mejoría sino que podría poner en riesgo la propia democracia.
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