México es un país donde viven muchos pobres y algunos de los más ricos del mundo también. La desigualdad es sistémica, y aparentemente, una de las problemáticas socioeconómicas más difíciles de resolver.
En 2014 el economista francés Thomas Piketty destacó con su obra El Capital en el Siglo XXI, cuya tesis principal es que el aumento de desigualdad es inherente al capitalismo; que la desigualdad es, entonces, un problema de estructura.
Muchos otros economistas han estudiado la desigualdad de ingresos, unos dicen que es inevitable, otros dicen que la posición de los Estados debería ser neutral y otros consideran que una decisición de política pública podría corregirla. Más allá de la teoría, lo cierto es que en países como México, las brechas de desigualdad son enormes.
La desigualdad de ingresos esconde muchas otras desigualdades que están relacionadas con el género, la pertenencia a comunidades indígenas, la disidencia sexual y de género, e incluso la edad, el color de piel o el apellido de las personas.
Ninguna novedad: las mujeres tienen ingresos promedio significativamente más bajos que los hombres; más del 70% de la población indígena se encuentra en pobreza; las personas de piel morena/oscura pueden ganar, en promedio, de 40 a 50% menos que las personas blancas y los mexicanos que viven en el norte del país tienen tres veces más posibilidades de salir de la pobreza que los mexicanos que viven en el sur.
Por eso decimos que la desigualdad en México puede tomar muchas formas; aquí dos gráficos que muestran algunas de ellas:
Desigualdad de ingresos: las familias más ricas embolsan hasta 38 veces más dinero que las pobres
Las familias del decil X (de ingresos más altos) perciben, en promedio 54,427 pesos mensuales mientras que las del decil I (de ingresos más bajos) ingresan 3,313 pesos mensuales. Esto es 16 veces más.

Pero si se analizan los ingresos de las familias sin transferencias de terceros, la situación se pone todavía más desigual. De acuerdo con cifras de la Enigh (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares), la mitad del dinero que perciben las familias más pobres ni siquiera depende ellos, sino que son ayudas o apoyos del gobierno, remesas o regalos de otras personas.
Si excluimos estas tranferencias, el ingreso promedio mensual de los hogares más pobres se reduce a 1,251 pesos, mientras que el de las familias más ricas queda en 48,194 pesos al mes: 38 veces más.
Desigualdad laboral: la mitad de los trabajadores percibe, como mucho, un salario mínimo
En los últimos años el mercado laboral ha registrado avances importantes, como el incremento en la creación de empleos formales, la incorporación de políticas y legislaciones para la justicia y dignidad laboral y un avance inédito en el valor del salario mínimo.

Pese a ello, los retos todavía son grandes: en México la mitad de los trabajadores están en la informalidad y el 47% de ellos gana, como máximo, el equivalente a un salario mínimo, de acuerdo con datos de la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) del Inegi al primer trimestre del 2023.
Esto representa una problemática que se profundizó con la ola inflacionaria que se vivió en 2022, debido a que el poder adquisitivo de los salarios se vio golpeado por los incrementos generalizados en los precios.
De acuerdo con estimaciones del Coneval, al corte de junio del 2023, son necesarios 4,278 pesos mensuales para cubrir la canasta básica en zonas urbanas; mientras que el salario mínimo es equivalente a 6,223 pesos mensuales. Esto refleja que un trabajador con estas percepciones podría pagar su propia canasta básica, pero tendría complicaciones para cubrir el sustento de otra persona o de menores de edad.
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