
En los últimos años, los agonistas del receptor GLP-1, conocidos en España principalmente bajo el nombre comercial de Ozempic, han demostrado efectos secundarios sorprendentes que van más allá de su uso inicial en el tratamiento de la diabetes. Estos medicamentos, utilizados como drogas adelgazantes, han despertado el interés de los expertos debido a su posible capacidad para reducir el consumo de alcohol y tratar adicciones. Aunque todavía se requiere más investigación, los primeros estudios científicos indican que estos fármacos podrían tener un impacto en el sistema nervioso central y el centro hedónico, afectando el consumo de alcohol y otros comportamientos adictivos.
Pacientes como Toñi Venegas, de 52 años, han experimentado una disminución en su deseo de consumir alcohol después de comenzar a utilizar un agonista del GLP-1. Venegas, que perdió 12 kilos gracias a la combinación de dieta y medicación, se sorprendió al descubrir que ya no le apetecía beber como solía hacerlo. Después de compartir su experiencia con el doctor Cristóbal Morales, endocrino del hospital Virgen de la Macarena en Sevilla, se dio cuenta de que este efecto secundario era atribuible al medicamento. Morales, que ha estado llevando a cabo ensayos clínicos con estos fármacos durante años, explicó que los agonistas del GLP-1 pueden afectar el sistema nervioso central y el centro hedónico, lo que podría explicar su impacto en el consumo de alcohol y otras adicciones.
Aunque los estudios en humanos todavía son limitados y no concluyentes, se han realizado investigaciones con animales que respaldan la posible relación entre los agonistas del GLP-1 y la reducción del consumo de alcohol. Algunos estudios en ratas sugieren que estos medicamentos pueden disminuir la liberación de dopamina inducida por el alcohol. En monos africanos propensos a beber, se observó una disminución en su consumo después de recibir los agonistas del GLP-1. En el ámbito humano, el doctor Anders Fink-Jensen, psiquiatra de la Universidad de Copenhague, realizó un estudio que reveló una disminución significativa en el consumo de alcohol en pacientes que estaban utilizando un agonista del GLP-1 llamado exenatida. Sin embargo, estos resultados solo se observaron en un subgrupo de participantes con un índice de masa corporal superior a 30, lo que sugiere que no todos los pacientes pueden experimentar el mismo efecto.
A pesar de los resultados prometedores, los expertos advierten que se necesitan más estudios para confirmar si estos medicamentos pueden realmente ayudar a superar la adicción al alcohol. Actualmente, se están llevando a cabo varios estudios en Estados Unidos y Europa para explorar esta posibilidad. Si se confirma la eficacia de los agonistas del GLP-1 en el tratamiento de adicciones, podrían representar una revolución en el campo de la medicina, ya que podrían abordar las adicciones desde su raíz, alterando los circuitos de recompensa del cerebro.
Los resultados de este estudio son prometedores, pero no suficientes para afirmar que esta medicina pueda acabar con la dependencia del alcohol, afirma el psiquiatra: “Se necesitan más estudios que lo corroboren”. Y ya están en marcha. Fink-Jensen señala que se han iniciado tres en Estados Unidos y que él mismo acaba de comenzar otro, esta vez centrado en pacientes obesos y con semaglutida, una versión más moderna de esta droga. Este nuevo estudio ha recibido financiación de Novo Nordisk Foundation, fundación empresarial dependiente de la farmacéutica que fabrica los medicamentos Ozempic y Wegovy.
Acabar con la adicción sin cercenar el placer
María Inés López-Ibor, catedrática de Psiquiatría especializada en ansiedad y trastornos derivados del consumo de sustancias, ha seguido de cerca los efectos de los agonistas del GLP-1. Muchos pacientes suyos engordaban de forma ostensible por antidepresivos y acababan combinándolos con este medicamento. En conversación telefónica, explica que esta medicina “actúa a nivel cerebral y puede provocar una modulación de varios neurotransmisores”. Uno de ellos es el gaba, que está relacionado con la ansiedad. El otro sería la dopamina, sustancia que se libera ante un estímulo placentero, sea este un donette, una copa de vino o una raya de cocaína. La semaglutida controlaría el placer y eliminaría la ansiedad. “Esto podría ayudarnos a entender por qué puede tener un efecto en las adicciones”, apunta López-Ibor.
La idea de que una droga prometa, con un pinchazo a la semana, no solo facilitar el adelgazamiento, sino el dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol y eliminar otras adicciones, puede suponer una revolución en el campo de la medicina. Hasta ahora, estas habían sido tratadas de forma específica: metadona para los opiáceos, bupropión para el tabaquismo… Pero si se confirman los estudios que están en marcha, los agonistas del GLP-1 podrían cambiar todo esto al atacar el problema de raíz, alterando el circuito de recompensa fundamental del cerebro.
Pincharse [ozempic] no quita el placer, simplemente, hace que uno no se pase de la raya”Juan José Gorgojo, jefe del servicio de nutrición del Hospital Universitario Fundación Alcorcón
Los placeres asociados a la comida, el alcohol y las drogas son diferentes, pero el cerebro procesa las emociones que provocan a través de los mismos circuitos. Estas drogas podrían modificarlos, cambiando radicalmente el enfoque del problema. ¿Quién querría consumir drogas que no hicieran efecto? ¿Tomarse una cerveza que no provoque más que rechazo? ¿Qué sentido tiene elegir una hamburguesa frente a una ensalada cuando las dos proporcionan el mismo placer?
Jugar con la dopamina y el placer podría tener efectos secundarios. Aunque, en el caso de los agonistas del GLP-1, los estudios realizados hasta el momento los han descartado. “En los ensayos clínicos de obesidad les pasamos a los pacientes escalas de suicidio por la posibilidad de anhedonia”, explica en conversación telefónica el doctor Juan José Gorgojo, jefe del servicio de endocrinología y nutrición del Hospital Universitario Fundación Alcorcón. La anhedonia es una disminución general de la capacidad para experimentar placer. Y pasar este tipo de cuestionarios es algo rutinario desde que la comercialización de un fármaco llamado Acomplia provocara en 2006 un aumento de trastornos psiquiátricos graves.
Los agonistas del GLP-1 no tienen este efecto. “Pincharse no quita el placer”, señala el doctor Gorgojo, “simplemente, hace que uno no se pase de la raya”. Después de un año, Venegas se toma una cervecita de vez en cuando, incluso dos. Pero no le apetece beber como antes. Esto no significa que no salga con las amigas o que no disfrute. “Al revés”, dice. “Cuando estaba a dieta evitaba salir para no caer en la tentación. Ahora salgo y me divierto, porque sé que no me va a apetecer comer ni beber demasiado”, celebra.
Gorgojo cree que los efectos que van refiriendo los pacientes “tienen sentido científico”. Pero llama a la cautela y señala, por ejemplo, que otro de los posibles efectos secundarios de los agonistas del GLP-1 es la reducción del consumo de líquidos. El hecho de que los pacientes beban menos alcohol podría deberse a que los pacientes beben menos, en general. Todos los especialistas esperan que los estudios en marcha ayuden a aclarar el papel de estos nuevos fármacos en las adicciones y, en cualquier caso, llaman a la prudencia y el sentido común: la única manera de garantizar una vida sana, que evite los problemas de salud derivados de la obesidad y las adicciones, es cambiar de hábitos.
Información de El Pais.es
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