En un pueblo forjado por la historia, el trabajo y la tradición, el toreo volvió a cobrar sentido. Fábrica María, comunidad mexiquense fundada en 1896 alrededor de la histórica fábrica textil Pilar de María, fue escenario de una tarde donde la memoria colectiva y la tauromaquia se encontraron de nuevo.
Con lleno total en la Plaza de Toros “Silverio Pérez”, Juan Pablo Sánchez hizo el paseíllo y respondió a la expectativa de una afición profundamente arraigada a sus costumbres, firmando una actuación de entrega, oficio y temple que lo llevó al triunfo.
Fue en el segundo toro de su lote donde el diestro logró imponerse a las condiciones del astado de Juan Manuel Macías, un ejemplar falto de fuerza y transmisión. Desde el saludo capotero dejó clara su disposición, dibujando verónicas con determinación y firmeza.


Con la muleta, Sánchez construyó una faena basada en el poder y la técnica, logrando series importantes por el lado derecho, siempre buscando extraer lo mejor del toro y conectando con los tendidos. La faena culminó con una estocada certera y en todo lo alto, suficiente para que el juez concediera una oreja, premio al esfuerzo y a la capacidad mostrada en el ruedo.
Con su primer toro, poco pudo hacer. El astado acusó desde su salida una evidente falta de fuerza, lo que obligó al torero a abreviar su labor. Aun así, se retiró entre palmas del público, que reconoció su actitud profesional y disposición.


La corrida, con toros de Juan Manuel Macías, fue de poco juego en términos generales, pero la entrega de los toreros logró mantener el interés del festejo en una tarde fría, pero de plaza llena.