En una conferencia de prensa celebrada el martes, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su intención de cambiar el nombre del Golfo de México por el de “Golfo de América”, argumentando que “Estados Unidos hace la mayor parte del trabajo allí” y destacando lo “hermoso” y “adecuado” del nuevo nombre propuesto.
El Golfo de México, que limita con Estados Unidos, México y Cuba, es una zona estratégica de gran importancia económica. Ha sido tradicionalmente un centro de pesca, generación de electricidad y transporte marítimo. También es una de las áreas más relevantes para la producción de petróleo en alta mar.
Trump, sin ofrecer más detalles sobre el proceso para llevar a cabo este cambio, continuó su discurso centrándose en temas de inmigración y aranceles hacia México, lo que generó una inmediata reacción en el ámbito político mexicano.
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió rápidamente a la propuesta en su conferencia matutina, ofreciendo una alternativa igualmente provocadora. Durante su intervención, utilizó un mapa histórico de 1607 para proponer renombrar Estados Unidos como “América mexicana”, en un guiño a la Constitución de Apatzingán de esa época.
“¿Por qué no le llamamos América mexicana?”, comentó Sheinbaum, sugiriendo que, si Trump consideraba apropiado cambiar el nombre del Golfo de México, tal vez también sería justo para Estados Unidos adoptar una nueva denominación.
La presidenta también destacó que el nombre del Golfo de México ya está reconocido y registrado por instituciones internacionales, y acusó a Trump de estar mal informado. “Yo creo que le informaron que en México todavía gobernaba Felipe Calderón y García Luna. Pero no, en México gobierna el pueblo”, añadió Sheinbaum, criticando la falta de entendimiento sobre la realidad política del país.
El debate sobre el Golfo de México pone en evidencia las tensiones históricas y actuales entre ambos países, y continúa siendo un tema que divide opiniones en las esferas políticas y sociales.