Tala, Jalisco, cuenta con un valioso patrimonio natural y cultural, pero en los últimos años se ha visto una disminución significativa del turismo, que en tiempos pasados era una fuente importante de ingresos para la población. En este contexto, el artesano Leonardo Hernández Vega ha decidido tomar la iniciativa para reactivar la economía local, con la idea de recuperar la esencia de Tala como destino turístico.
A lo largo de sus 16 años de experiencia como artesano de la obsidiana, Leonardo ha observado cómo el municipio, que históricamente fue un referente para los turistas que visitaban la región por su tradicional producción de caña de azúcar y productos derivados, ha perdido gran parte de su atractivo. En su niñez, era común que los visitantes disfrutaran de un jugo de caña, compraran panocha, piloncillo y otros dulces típicos locales. Sin embargo, con el paso del tiempo y la desaparición de los trapiches, estos productos han dejado de ser un emblema del municipio, y la mayoría de los visitantes ya no los encuentran disponibles localmente.
Con el deseo de cambiar esta situación, Hernández Vega propone la creación del Piloncillo más grande de México y del mundo, una idea innovadora que, además de buscar un récord Guinness, tiene el objetivo de atraer una gran cantidad de turistas a Tala, generando una derrama económica que beneficie directamente a las comunidades locales. Además, su propuesta contempla la reactivación de la actividad artesanal y gastronómica de la región, con el fin de fortalecer el comercio local, promover talleres artesanales, actividades culturales y la gastronomía regional.
Este ambicioso proyecto recibió un impulso importante durante la Expo Artesanal “Esencia de Tala”, realizada en diciembre de 2024. Durante el evento, el artesano presentó su propuesta ante las autoridades municipales, quienes mostraron su apoyo a la iniciativa. La creación del piloncillo más grande no solo tiene el potencial de poner a Tala nuevamente en el mapa turístico, sino también de generar empleo, aumentar la producción local y devolverle a los habitantes la oportunidad de ser parte de una tradición que podría volverse globalmente reconocida.
