07/11/2024, Tala Jalisco.
La tecnología ha tenido un impacto profundo en nuestra vida diaria, y ahora se extiende a uno de los derechos fundamentales de la ciudadanía: el voto. México está dando sus primeros pasos hacia una nueva forma de democracia, apoyada por la tecnología, que busca ser más inclusiva y accesible, permitiendo una participación más directa y segura de la población.
La evolución de nuestro sistema democrático pone de manifiesto cómo la tecnología puede hacer que la democracia sea realmente accesible para todos. En 1996, una reforma constitucional permitió que los mexicanos en el extranjero pudieran votar, y diez años después, en 2006, esta posibilidad se hizo realidad mediante el voto postal. Aunque el camino no ha sido sencillo, estos primeros avances nos muestran que la inclusión electoral debe ir más allá de las fronteras nacionales.
Con el paso del tiempo, la demanda por opciones de voto más accesibles creció, y en 2019 el Instituto Nacional Electoral (INE) aprobó el uso del voto electrónico para los mexicanos fuera del país. Esta modalidad busca garantizar que los compatriotas en el extranjero puedan participar de manera segura y contribuir a las decisiones nacionales. El futuro apunta hacia un sistema en el que los mexicanos puedan votar desde cualquier lugar, sin que la distancia sea un impedimento.
En el ámbito nacional, la urna electrónica ha comenzado a consolidarse en algunas entidades federativas, como Ciudad de México, Jalisco y Yucatán, demostrando que la tecnología puede fortalecer la democracia, mejorando la rapidez y la transparencia de los procesos electorales.
Sin embargo, el reto no es solo técnico. Para que estas herramientas realmente contribuyan a una democracia más justa, es necesario abordar las brechas tecnológicas y de acceso en diversas regiones del país. Una democracia digital exitosa requiere una infraestructura sólida y una educación digital que permita la participación plena de todos, sin restricciones.
Este avance hacia una democracia digital no se limita a la adopción de nuevas tecnologías; es también una apuesta por la igualdad en el acceso y la participación política. Si esta evolución se consolida, podría reflejar los principios fundamentales de una democracia verdadera: un sistema donde todos los ciudadanos puedan ejercer sus derechos de forma segura y libre, independientemente de su ubicación o de las limitaciones tecnológicas.
Además, cabe preguntarse: ¿en qué otros aspectos de los procesos electorales podría la tecnología ser clave para simplificar procedimientos, reducir costos y, al mismo tiempo, proteger el medio ambiente?