Cada año, las ballenas jorobadas emprenden una de las migraciones más largas del reino animal, recorriendo más de 5,000 kilómetros desde las frías aguas del Ártico hasta lugares cálidos como la Bahía de Banderas, entre los estados de Jalisco y Nayarit, y otras zonas costeras del Pacífico mexicano.
Este increíble viaje tiene un propósito fundamental: reproducirse y dar a luz en aguas cálidas, que ofrecen condiciones óptimas para las crías. Las temperaturas más elevadas ayudan a las ballenitas recién nacidas a regular su temperatura corporal y desarrollarse durante los primeros meses de vida. Además, las costas mexicanas cuentan con bahías protegidas, lo que disminuye el riesgo de depredadores.
Durante el verano, las ballenas se alimentan en el Ártico, acumulando reservas de grasa que les permiten sobrevivir durante su estancia en las zonas tropicales, donde no comen. En México, se les puede observar en actividades como saltos y exhibiciones de sus colas, que forman parte de su comunicación y cortejo.
La llegada de estos cetáceos no solo es un espectáculo natural, sino que también impulsa el turismo sostenible en la región. Sin embargo, su migración enfrenta amenazas como el cambio climático, el tráfico marítimo y la contaminación, por lo que las autoridades y organizaciones promueven prácticas responsables para proteger su hábitat.