La toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el 20 de enero, significó un cambio drástico en las políticas migratorias del país vecino, afectando a miles de migrantes que esperaban cruzar la frontera legalmente.
Entre ellos está Yaimé Pérez, una joven cubana de 29 años que tenía programada una cita para solicitar asilo mediante la aplicación CBP One, pero fue rechazada tras las nuevas disposiciones. Ante esta situación, Yaimé decidió establecerse en México, primero viajando a la Ciudad de México y luego a Puebla, donde consiguió trabajo como mesera. Aunque encontró una solución temporal, admite que sus planes de vida han cambiado completamente:
“No creo que haya forma de llegar a Estados Unidos. Por ahora, me quedo en México, pero todo es muy difícil”, compartió Pérez.
En una situación similar se encuentra Yorman, un joven venezolano que, tras un año de travesía, fue rechazado en la frontera por las mismas restricciones. Ahora reside en un albergue en Ciudad Juárez mientras busca empleo para subsistir. Ante la incertidumbre, considera incluso la posibilidad de recurrir a traficantes para cruzar ilegalmente.
“La vida del migrante es muy dura. Estoy en el piso, pero sé que debo seguir adelante”, declaró Yorman, reflejando la angustia de miles en su misma situación.
Las nuevas políticas migratorias han obligado a muchos migrantes a replantear su futuro, con México convirtiéndose en un destino definitivo o, para algunos, un punto de espera indefinida.