México / Martes 10 de junio del 2025.- Lo que comenzó como una presentación musical privada para tres agrupaciones de música regional mexicana, terminó en un enfrentamiento armado que marcó un episodio clave en la historia de México.
Durante el gobierno de Felipe Calderón, en el contexto de la “lucha contra el narcotráfico” del sexenio, uno de los acontecimientos que dejó huella ocurrió la noche del 10 de diciembre de 2009, cuando Los Cadetes de Linares, Ramón Ayala y Grupo Torrente fueron contratados para tocar en una residencia ubicada en el fraccionamiento Los Limoneros, en Cuernavaca, Morelos.
Aunque ellos acudían porque se trataba de un evento privado más en el que se les iba a pagar, se llevaron una sorpresa al descubrir que en realidad se trataba de una “narcoposada” organizada por “El Barbas”, es decir, Arturo Beltrán Leyva.
Cómo fue la celebración
El vocalista de Grupo Torrente afirmó que lo utilizaron como chivo expiatorio durante la guerra contra el narcotráfico en el sexenio de Felipe Calderón. (INE)
De acuerdo con el relato que compartió José Carlos Salinas Rodríguez, vocalista de Grupo Torrente, al periodista Santiago Fourcade, los músicos no sabían para quién estaban tocando hasta que reconocieron a los asistentes.
Entre ellos se encontraban figuras clave del cártel, como Édgar Valdez Villarreal, alias “La Barbie”. La noche transcurría con música y festejo hasta que un operativo de las Fuerzas Armadas irrumpió en el lugar.Según detalló Salinas Rodríguez, mientras Ramón Ayala estaba en el escenario, los sicarios intentaron repeler el ataque militar, lo que desató un enfrentamiento que se prolongó durante horas.
El operativo, que tenía como objetivo capturar a líderes del cártel, derivó en un caos total; Salinas Rodríguez relató que los guardaespaldas de “El Barbas” lo escoltaron hasta vehículos blindados para evacuarlo, mientras los asistentes, incluidos los músicos, se refugiaban en el suelo o buscaban protección en habitaciones cercanas.
Durante el enfrentamiento, una granada explotó cerca del vocalista de Grupo Torrente, dejándolo temporalmente aturdido. La madrugada del 11 de diciembre, los músicos, junto con el personal de servicio y los cocineros del evento, fueron detenidos por la Marina y trasladados a la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO).
Según el testimonio de Salinas Rodríguez, lo que comenzó como una detención en calidad de testigos se transformó en acusaciones directas de vínculos con el crimen organizado, afirmando que las autoridades les exigieron pagos de 100 mil dólares para su liberación.
Algunos músicos lograron pagar la suma y fueron liberados, pero Salinas Rodríguez, al no poder cubrir el monto, fue procesado y enviado al Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) número 4 en Tepic, Nayarit, donde permaneció cuatro años antes de ser liberado por falta de pruebas.
Salinas Rodríguez, quien asegura haber sido un chivo expiatorio del gobierno, señaló que durante el sexenio de Calderón se priorizó la obtención de resultados visibles en la lucha contra el narcotráfico, lo que llevó a la detención de personas inocentes.
Aunque “El Barbas” logró darse a la fuga aquella noche, tan sólo cinco días después conocería su destino final, pues durante otro evento privado las autoridades dieron con su ubicación y acabaron con su vida tras un enfrentamiento que dejó intranquilas a las personas de los alrededores.
La noche que fue abatido “El jefe de jefes”

El barbas falleció cinco días después de la arco posada en la que estuvieron presentes los cantantes de regional mexicano. (Especial)
En el conjunto habitacional Altitude, donde se encontraba “El Barbas”, más de 300 elementos de la Secretaría de Marina y el Ejército Mexicano cercaron la zona, bloqueando las principales vialidades y revisando los 312 departamentos del complejo.
Los residentes fueron reunidos en el gimnasio del lugar mientras los militares realizaban inspecciones. Según testimonios de los vecinos, el operativo generó un ambiente de terror, con helicópteros sobrevolando la zona y disparos que se intensificaron al caer la noche.
El enfrentamiento culminó con la muerte de Arturo Beltrán Leyva en el segundo piso del edificio Elbruz, dentro del complejo Altitude. La Secretaría de Marina calificó el operativo como un “golpe contundente” contra el narcotráfico. Además de “El Barbas”, seis de sus escoltas también murieron en el enfrentamiento.
Las autoridades decomisaron 40 mil dólares en efectivo, cinco armas y más de 400 cartuchos útiles. Sin embargo, el operativo también cobró la vida del tercer maestre Melquisedel Ángulo Córdova, quien falleció en cumplimiento de su deber.
El impacto del operativo se extendió más allá del complejo habitacional. En hospitales cercanos, como el Hospital del Niño Morelense y el Hospital General José G. Parres, pacientes y personal médico vivieron momentos de pánico.
Según un testigo, más de 130 personas, incluidos niños hospitalizados, fueron trasladadas a áreas consideradas más seguras dentro de las instalaciones. Las detonaciones constantes mantuvieron a todos en estado de alerta, mientras el personal intentaba tranquilizar a los pacientes.
El entonces presidente de México, Felipe Calderón, celebró desde Copenhague, Dinamarca, el resultado del operativo, calificándolo como un logro significativo en la lucha contra el narcotráfico.
Por su parte, la Administración de Control de Drogas (DEA) de Estados Unidos también destacó la importancia de la muerte de “El Barbas”, describiéndola como un golpe devastador para uno de los cárteles más violentos del mundo. A pesar de los resultados inmediatos, el operativo dejó un legado de controversia y cuestionamientos.
Infobae