La llamada “moda rápida” o Fast fashion, que permite vestir ropa casi a la misma velocidad en que se produce a diferentes costos, es un fenómeno en crecimiento. Sin embargo, se trata de un modelo de negocio que impacta de manera grave al medio ambiente.
De la ropa que se deja de utilizar, más del 90 por ciento no se recicla. Por ello, es frecuente observar que prendas que ya no se usan terminan en el entorno urbano o en depósitos de basura.
De acuerdo con Martina Díaz, coordinadora de Diseño Textil de la Universidad Iberoamericana Puebla, los actuales modelos de consumo, que permiten estrenar prendas, usarlas y luego desecharlas, derivan en un alto costo ambiental.
El impacto de la ropa inicia desde su confección: primero, al obtener las fibras con las que se produce; y, después, las condiciones en las que se manufactura hasta su distribución, explicó la académica.
“Hoy en día, lo que las tiendas nos ofrecen es ropa más barata. Si nos damos cuenta de lo que costaba hace 20 años y hoy, a lo mejor hace 20 años teníamos mucha calidad y ahora tenemos cantidad que debe producirse más barata. La ropa es de lo que más contamina porque no solamente pensemos en que ya me deshice de mi prenda y ya está en un vertedero; toda la vida, esa prenda siempre va a contaminar”.
Información: Telediario